En los últimos años se ha hecho un creciente esfuerzo identificando a grupos vulnerables a la pobreza energética. Sin embargo, ni desde el ámbito académico ni desde el político se ha hecho suficiente hincapié en otra dimensión de la pobreza energética que es y será clave en los próximos años: la pobreza de transporte. De hecho, la pobreza relacionada con la movilidad es cada vez más relevante, tal y como ha quedado patente en la actual crisis energética.
“Identificar a los usuarios y usuarias vulnerables al transporte es fundamental ya que este tipo de pobreza puede limitar el acceso a necesidades básicas como la educación, el trabajo, la sanidad o a participar plenamente en la sociedad. Saber qué hogares tienen más probabilidades de incurrir en situaciones de vulnerabilidad al transporte es necesario para diseñar medidas dirigidas a mitigar la pobreza en el transporte y garantizar una transición justa”. (Eva Alonso-Epelde, investigadora de BC3)